El poliestireno es una familia de plásticos procedentes del petróleo, cuyas propiedades (ligereza, resistencia y bajo coste) explican su amplia difusión. Pero atención, no se trata de un único material uniforme. Según su proceso de fabricación, adopta formas muy diferentes y eso lo cambia todo de cara a su tratamiento.
El más conocido sigue siendo el poliestireno expandido (EPS), esa espuma blanca constituida en más de un 90% por aire. Es el que encontramos en las cajas de envío, en bolitas o en planchas, para proteger televisores, ordenadores o vajillas frágiles. Su apariencia anodina oculta, sin embargo, una dificultad mayor: ocupa un gran volumen en los contenedores, pero pesa muy poco, lo que complica su recogida y su reciclaje.
A continuación está el poliestireno extruido (XPS), una variante más densa y rígida, reconocible por sus planchas azules o rosas, utilizadas para el aislamiento de paredes y tejados. Poco presente en los hogares, concierne sobre todo a los manitas y a los profesionales de la construcción.
También encontramos el poliestireno rígido o cristal, transparente, que compone numerosas bandejas alimentarias, vasos desechables, potes de yogur y a veces ciertos cubiertos.
Vayamos al meollo del asunto. El contenedor amarillo se ha convertido en nuestro aliado cotidiano, pero atención: no recibe todos los poliestirenos.
Para empezar, los envases alimentarios de poliestireno rígido (potes de yogur, bandejas, vasos, cajas de charcutería…) están ahora aceptados. Gracias a la ampliación de las normas de reciclaje, se depositan en el contenedor amarillo junto a los demás envases de plástico, idealmente dentro de tu bolsa de basura Resistente y Eco, con cinta de cierre, que facilita su transporte.
En cambio, la cosa se complica con el poliestireno expandido. Los chips de relleno, planchas y protecciones blancas no deben ir en el contenedor amarillo, pues su volumen es desproporcionado respecto a su masa. Resultado: saturan las plantas de clasificación sin aportar suficiente material que reciclar. El único destino adecuado es por tanto el punto limpio.
Los restos de obra, planchas aislantes y recortes de poliestireno extruido siguen la misma lógica: dirección punto limpio. También en este caso requieren canales especializados.
Una vez recogido y clasificado, el poliestireno inicia una segunda vida. El proceso comienza con una trituración en pequeños trozos, seguida de un lavado para retirar las impurezas. A continuación, la materia se funde y se transforma en gránulos. Estos gránulos, llamados “escamas”, constituyen una nueva materia prima que puede ser reutilizada por distintas industrias.
Contrariamente a la idea extendida, los envases de yogur reciclados no se utilizan para fabricar nuevos envases de yogur. El poliestireno reciclado encuentra, en cambio, aplicación en diversos sectores, como la fabricación de perchas, cajas de almacenaje, reglas escolares, piezas de automoción o incluso materiales aislantes.
Sin embargo, el reciclaje del poliestireno sigue siendo complejo y limitado. Su rendimiento es bajo y la cadena todavía tiene dificultades para ser rentable a gran escala. Por eso reducir su uso es tan importante como separarlo correctamente.
Aquí van algunas alternativas a nuestro alcance:
El poliestireno ilustra bien la paradoja de nuestra época: un material práctico y barato, pero difícil de reciclar y con un alto consumo energético en su producción.
Más allá de la separación, pensemos también en su reutilización. Las planchas de espuma pueden servir de protección durante una mudanza, y las bolitas de relleno, bien conservadas, siempre encuentran utilidad para tus futuros envíos de paquetes. Con un poco de creatividad, ¡este plástico puede conocer una segunda vida !
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