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Buenas prácticas

Compostadores colectivos: todo lo que debes saber

Mientras la gestión de residuos se convierte en un desafío ambiental cada vez más urgente, surge una pregunta sencilla : ¿qué hacer con nuestros desechos alimentarios? Hoy en día, gran parte del contenido de las bolsas de basura que llenan nuestras cocinas está compuesto por biorresiduos: cáscaras, posos de café, restos de comida, etc. Sin embargo, estos desechos pueden transformarse en compost, un recurso natural muy valioso.

Pero no todos disponen de jardín, espacio o tiempo para manejar un compostador individual. Es justamente ahí donde los compostadores colectivos cubren una carencia : hacen que el compostaje sea accesible para todos, incluso en entornos urbanos. Prácticos y educativos, estos equipos se han popularizado, especialmente desde la entrada en vigor de una nueva ley a comienzos de 2024.

¿Por qué compostar?

Compostar significa, simplemente, reciclar de forma natural los residuos orgánicos para convertirlos en una materia fertilizante rica: el compost. Este proceso se basa en la descomposición de las materias orgánicas por microorganismos, en condiciones específicas de humedad y ventilación. El resultado: una reducción significativa del volumen de residuos transportados e incinerados, así como un retorno a la tierra beneficioso para el suelo.

La importancia es considerable: según Recircula, el 75 % de los residuos orgánicos que producimos en España se queman o se entierran, cuando podrían valorizarse como compost.


Desde el 1 de enero de 2024, la Ley de Residuos y Suelos Contaminados obliga a los municipios a ofrecer una solución para la separación en origen de los biorresiduos a todos los hogares. Eso significa, en la práctica, que cada ciudadano debe tener la posibilidad de separar estos desechos del resto de su basura: ya sea mediante un compostaje individual, una recogida selectiva o un compostador colectivo.

Compostador colectivo vs compostaje individual

El compostaje puede realizarse de manera individual o colectiva, pero ambas soluciones responden a necesidades y limitaciones distintas.

El compostaje individual es perfecto para las casas con jardín. Permite a quien lo desee compostar directamente en su propia vivienda, a su ritmo. Sin embargo, exige un mínimo de espacio, disponibilidad y cierto conocimiento para equilibrar correctamente las materias húmedas y secas.

El compostador colectivo, en cambio, está pensado para hogares en entornos densos: edificios, barrios urbanos, residencias compartidas. Se instala en un espacio común (patio, parque, zona al pie del edificio) y lo gestionan de forma conjunta los vecinos, a menudo con el apoyo de una entidad municipal o una asociación. Este sistema permite compartir esfuerzos y, al mismo tiempo, refuerza los lazos vecinales. Presenta múltiples ventajas: no requiere un gran espacio individual, su mantenimiento suele correr a cargo de responsables formados, y contribuye a concienciar a los habitantes sobre la separación de residuos y la reducción de desechos en un entorno didáctico.

¿Qué se puede depositar en un compostador colectivo?

Contrario a una idea frecuente, no todos los desechos alimentarios son compostables, y todavía menos en un compostador colectivo, donde las normas deben ser claras y respetadas por todos para garantizar un buen funcionamiento.

Se puede depositar en él residuos vegetales de cocina como cáscaras de frutas y verduras, posos de café con su filtro, bolsas de té (sin grapa), cáscaras de huevo machacadas o pan duro en cantidad moderada. También son bienvenidas las flores marchitas y las plantas de interior.


En cambio, debe evitarse a toda costa arrojar restos de carne, pescado, productos lácteos, alimentos muy grasos o salados, así como las
camas de animales domésticos. Estas materias pueden generar malos olores, atraer plagas o desestabilizar el compost.

Por último, una buena gestión del compost implica alternar desechos húmedos (o “verdes”) y secos (o “marrones”), como trozos de cartón, papel kraft o hojas secas, para asegurar una descomposición óptima.

¿Dónde encontrar compostadores colectivos?

Si la idea te interesa pero no sabes dónde buscarlos, existen varias opciones. Cada vez más municipios ofrecen compostadores colectivos dentro de sus políticas de gestión de residuos. No dudes en contactar con tu ayuntamiento o con tu mancomunidad: algunos incluso reparten cubos para biorresiduos de forma gratuita o organizan talleres de formación.

Tu comunidad de vecinos o tu arrendador también puede impulsar la instalación de un compostador compartido al pie de tu edificio.

Para localizar los compostadores colectivos ya existentes cerca de ti, puedes usar el directorio en línea Composta en Red, ofrecido por la Red Española de Compostaje.

Y si en tu zona no hay ninguno disponible, ¿por qué no hablar con tus vecinos y solicitar su instalación juntos? Muchos proyectos ciudadanos han nacido de esta iniciativa.

Para terminar

El compostador colectivo es mucho más que un simple contenedor de residuos. Es una herramienta ecológica, accesible y profundamente ciudadana, que permite a cada persona contribuir a la reducción de los desechos orgánicos, incluso sin jardín. Se inscribe dentro de una lógica de proximidad, responsabilidad y cooperación entre vecinos.

Y para quienes viven en un piso sin acceso a un compostador colectivo, también existen alternativas para compostar en interiores, como el lombricompostaje, las cajas de balcón o los sistemas Bokashi. Formatos compactos, sin olores, perfectamente adaptados a la vida en el interior, que demuestran que el compostaje está al alcance de todos.

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